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RIBES COLL siempre se ha mantenido fiel a una figuración realista que ha aplicado con rigor y certeza a desentrañar distintos aspectos de la naturaleza, hasta configurar su lenguaje plástico eminentemente proteico y personal que hasta hace muy poco y desconocía. Mi sorpresa ha sido la de adentrarme en la obra de un creador excelente que se revela como un valor en alza sorprendente en el panorama de la figuración realista valenciana. La propia trayectoria artística de este pintor, materializada por un estilo y una técnica cambiante, pero siempre personal, llena de frescura e imaginación, donde reside su fuerza creadora y provoca la admiración y el respeto que siento por él.

¿Qué le convierte para mí en un pintor interesante, susceptible de ser evocado y ejemplar? La simpatía que siento por su obra se puede explicar no tanto por su innegable figuración realista en recrear los temas de la naturaleza vegetal, cuyo fulgor romántico y carga barroca atrae la mirada del público, cuanto que se siente atraído por los paisajes urbanos, entornos ferroviarios, escenarios marinos y panorámicas verdosas -sus concocidas interpretaciones de los campos de golf- que nos conmueven por su técnica precisa.

En un panorama de profunda crisis de valores estéticos de mercantilismo banal y de auge de los falsos dioses, RIBES COLL aparece como un «outside» y un francotirador solitario que se abre paso por el camino del trabajo diario, la experiencia y la honestidad, por eso es para mí un auténtico clásico de nuestro tiempo y un creador al que hay que tener en cuenta. El que haga este tipo de pintura a fines del siglo demuestra un valor inusual, una postura transgresora, transversal y a contracorriente de modas, llena de riesgos y que se aleja de lo manido y de los tópicos de las corrientes postmodernas en que casi todos los creadores jóvenes tratan de llegar.

Pintura de siempre sí, pero que mantiene viva la antorcha de la belleza y consigue emocionarnos como lo hicieron antes los grandes maestros consagrados. Y todo ello a causa de su rabiosa independencia, su filosofía a ultranza del arte por el arte y su compromiso visceral con una estética asumida en su juventud. Unos valores que le definen como un artista maduro y que contrubuirá a afianzar cada vez más su poderoso prestigio y su magisterio en el panorama artístico valenciano del siglo XXI.

Francisco Agramunt Lacruz,
Académico de Bellas Artes de San Carlos